Actions Corporate, ActionsPills

¿Está la inteligencia artificial deteriorando la calidad de Internet?

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha transformado radicalmente la forma en que interactuamos con Internet. Desde los asistentes virtuales hasta los generadores automáticos de contenido, la IA ha permeado prácticamente todos los rincones del mundo digital. Sin embargo, este avance también ha desatado una creciente preocupación: ¿está la IA deteriorando la calidad de Internet?

La promesa inicial: eficiencia y personalización

Cuando la IA comenzó a integrarse masivamente en plataformas digitales, lo hizo con una promesa clara: mejorar la experiencia del usuario. Algoritmos de recomendación, como los que usan YouTube, Netflix o Spotify, fueron diseñados para ofrecer contenido personalizado. Herramientas de generación de texto, como ChatGPT, han revolucionado la productividad, y los sistemas de moderación automática comenzaron a luchar contra el contenido dañino a velocidades humanas inalcanzables.

Sin embargo, la misma tecnología que potencia estas ventajas ha empezado a ser utilizada con otros fines. Hoy, una proporción significativa del contenido en la red no es creado por personas, sino por máquinas. Y no todo ese contenido es beneficioso.

El auge del “spam sintético”

Uno de los efectos más visibles ha sido el crecimiento del llamado “spam sintético”: contenido generado automáticamente por IA que simula parecer auténtico, pero cuyo objetivo principal es manipular motores de búsqueda, captar clics o simplemente llenar espacios. Desde reseñas falsas hasta sitios web enteros creados por IA para vender productos inexistentes o posicionar enlaces, el volumen de material automatizado ha crecido de manera exponencial.

Según un informe de la Universidad de Stanford publicado a comienzos de 2025, cerca del 57% de los artículos publicados en blogs no verificados son generados por IA, y un gran porcentaje de ellos presenta errores, datos falsos o desinformación.

Contenido sin alma: cuando la información pierde profundidad

Otro de los fenómenos que se está haciendo cada vez más evidente es la uniformización del contenido. Dado que muchos generadores de texto parten de modelos similares y están entrenados con las mismas fuentes, los resultados tienden a parecerse. Las páginas comienzan a repetirse, las ideas se reciclan, y el pensamiento original —ese que solía marcar la diferencia en la era de los blogs personales y foros especializados— se diluye.

El impacto en los buscadores y en la confianza

Google y otros motores de búsqueda han comenzado a tener dificultades para diferenciar contenido humano de contenido generado por IA. Aunque han lanzado actualizaciones de sus algoritmos para combatir el spam automatizado, los resultados siguen mezclando páginas de calidad dudosa con fuentes legítimas. El resultado: los usuarios deben invertir más tiempo que nunca en filtrar la información.

Esta sobrecarga de contenido mediocre no solo afecta la experiencia de búsqueda, sino también la confianza en Internet como fuente de conocimiento fiable.

Redes sociales: el nuevo campo de batalla

En las redes sociales, la situación es bastante más preocupante. Existen cuentas automatizadas manejadas por IA publicando miles de mensajes diarios, influyendo en tendencias, simulando interacciones humanas y, en algunos casos, promueven campañas de desinformación. Esto ha generado entornos más ruidosos, polarizados y difíciles de moderar.

A pesar de los esfuerzos de plataformas como X (antes Twitter), Facebook o TikTok para frenar la automatización masiva, los sistemas de IA continúan evolucionando a un ritmo más rápido que los mecanismos de control.

¿Y ahora qué?

No todo está perdido. Muchos expertos señalan que, así como la IA ha contribuido al deterioro de ciertos espacios digitales, también puede ser parte de la solución. Existen iniciativas que buscan utilizar IA para verificar la veracidad de la información, mejorar el contenido educativo, y ofrecer herramientas más éticas y transparentes para creadores.

Lo que sí parece claro es que será necesaria una combinación de regulación, alfabetización digital y responsabilidad tecnológica para revertir la tendencia actual.

La Unión Europea, por ejemplo, ha comenzado a exigir que los contenidos generados por IA estén claramente etiquetados. Estados Unidos y otras regiones también están discutiendo marcos legales para obligar a plataformas y desarrolladores a asumir responsabilidad sobre el contenido generado por sus sistemas.

Conclusión

La inteligencia artificial no es inherentemente dañina para Internet. De hecho, bien utilizada, puede ayudar a mejorarla. Pero el uso indiscriminado, irresponsable y masivo de herramientas generativas está llevando a una crisis de calidad informativa.

Internet fue concebida como una red de conocimiento compartido, impulsada por la colaboración humana. Si queremos que siga siéndolo, debemos aprender a convivir con la IA sin dejar que lo automatizado sustituya lo auténtico. Desde ACTIONS lo tenemos claro, la clave estará en el equilibrio: aprovechar la tecnología sin sacrificar el valor del pensamiento crítico y la voz humana.