En una sociedad como la actual donde todo cada vez tiende a ser más complejo, la información se ha convertido en un recurso de enorme valor para los gobiernos y empresas de todo el mundo. Y una buena muestra de ello ha sido la pandemia de Coronavirus, porque en sus peores momentos se ha comprobado que saber usar bien los datos puede incluso ayudar a salvar vidas.
Así que, a raíz de ello, en España ya se están tomando medidas para mejorar la gestión de los datos que hacen sus diferentes administraciones públicas. Lo que en ACTIONS nos anima a hacer un pequeño repaso sobre la situación en la que se encuentra el denominado Data Driven en el país, tanto a nivel público como privado.
Las empresas aún tienen mucho camino por recorrer en la gestión de datos
A escala nacional, es evidente que el COVID-19 ha sido un acicate para que las empresas y organizaciones aceleren sus procesos de transformación digital. De hecho, según el 1er informe ‘Madurez del Data Driven en España’ de INCIPY, el 77,8 % de los 170 directivos encuestados afirmaron haber incrementado el uso de los datos a raíz de la pandemia.
El problema es que esta apuesta se ha realizado sobre una base que está lejos de ser óptima. Tan solo el 36,1 % de las compañías que operan en España aseguran que la cultura del dato está desplegada en toda la organización, mientras que un 23,5 % de las empresas ni siquiera poseen ningún tipo de infraestructura de Business Intelligence.
El resultado de esta situación es que hasta el 97,2 % de los responsables que han participado en el estudio reconocen que sus empresas pueden mejorar en la gestión de los datos. Por lo que el trabajo concluye que la madurez del Data Driven está aún suspenso en España (4,8 puntos sobre 10); ya que apenas el 9 % de las empresas toman sus decisiones a partir de los datos, y únicamente el 6 % de ellas van más allá y aprovechan las ventajas tanto del machine learning como de la analítica predictiva.
España ya tiene su primer Director de Datos para impulsarse hacia el cambio
El primer paso para la mejora suele ser tomar conciencia de las propias carencias, y España ya lo ha hecho en el ámbito institucional. El pasado mes de julio, el Gobierno anunció el nombramiento de su primer Chief Data Officer (Director de Datos) y la apertura de su Oficina del Dato. En concreto, el nuevo responsable es Alberto Palomo Lozano, Doctor en Física Teórica y experto en Data Analytics.
Con estas dos decisiones, España ya cuenta con un organismo competente en materia de datos, con el objetivo de “desarrollar una auténtica economía del dato de manera transversal”. Así, el nuevo organismo pretende “establecer los principios y estándares horizontales para asegurar que los datos fluyen transversalmente entre sectores, asegurando en todo momento la privacidad y el respeto de los derechos de la ciudadanía”.
Todo ello se enmarca dentro de la estrategia ‘España Digital 2025’, la cual supone una movilización de cerca de 70.000 millones de euros en inversión pública y privada. Un enorme esfuerzo que va a convertir la Oficinal del Dato en uno de sus pilares, dado que este organismo pretende convertirse “en un agente clave para impulsar un marco que garantice la soberanía de los datos en España y a nivel europeo, promoviendo la construcción de centros de datos, así como el procesamiento y almacenamiento de esos datos en España”.
¿Cómo puede España convertirse en líder en gestión de datos?
En cualquier caso, se necesita tiempo para ver si esta apuesta oficial da los resultados esperados. Aunque, mientras tanto, ya contamos con propuestas claras para actuar a corto plazo. Una de ellas es el trabajo “Por un cambio de cultura en la gestión de los datos en España: Una propuesta de reforma” de los profesores Miguel Almunia y Pedro Rey-Biel, y que cuenta con el apoyo de más de una quincena de expertos de todo el país.
Este incide en las debilidades en la gestión y coordinación de los datos en España que se han hecho palpables a raíz de la pandemia. Y propone afrontar dos grandes retos:
- La mejora de la capacidad para la recolección y procesamiento de los datos, a través de la creación de mecanismos de coordinación entre los distintos niveles de administración, la realización de una inversión ambiciosa en capital humano y un compromiso firme para mantener esta iniciativa al margen de la disputa política.
- La expansión de la capacidad de analizarlos, tomando como modelo las mejores experiencias internacionales. Así, se recomienda la formalización de un consorcio entre instituciones y organismos públicos, además de la publicación de los criterios para el acceso a los datos desde la garantía del respeto a la privacidad y un ágil acceso a la comunidad científica.
En definitiva, un proceso nada sencillo, pero que si se aborda adecuadamente, promete convertir a la gestión de datos en una fuente de prosperidad social y económica para el país.
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