Los seres humanos ya hemos conseguido que la tecnología asuma numerosas tareas de nuestro día a día y nos ayude a la hora tomar decisiones. Sin embargo, aún nos queda mucho trabajo para lograr que esta nos sea plenamente útil en todos los ámbitos de la vida. Fundamentalmente porque, a pesar su incipiente brillantez, la inteligencia de las máquinas todavía sigue siendo algo frío e inerte, que apenas tiene en cuenta un aspecto tan importante como las emociones.
Para solucionar esta carencia de la tecnología, ya hay campos de innovación que trabajan para conseguir una Inteligencia Artificial más ‘humana’. Es el caso de la Inteligencia Emocional Artificial, una rama de investigación como multitud de aplicaciones para la Ciencia y el Análisis de los Datos. Por eso, en ActionsDATA queremos poner hoy el foco sobre ella.
¿Por qué la Inteligencia Emocional Artificial puede sernos útil?
Según Gartner, en 2025 la Inteligencia Artificial será la prioridad de las empresas a la hora de invertir. Algo lógico, porque esta tecnología se ha convertido en un recurso imprescindible para poder procesar y gestionar los datos en un mundo donde hay sobreabundancia de ellos. De hecho, solo en Estados Unidos, la mala calidad de los datos provoca pérdidas anuales de 3,1 billones de dólares.
Sin embargo, las empresas se están dando cuenta que, en no pocos casos, no basta con mirar los datos desde una óptica puramente objetiva. Es necesario ir más allá y analizarlos desde una óptica mucho más humana y anímica, especialmente si lo que tratamos con ellos es anticipar los comportamientos de las personas, interpretar sus emociones o incluso influir en las decisiones que estas toman.
Y fruto de esta necesidad surge la Inteligencia Emocional Artificial como una extensión de la Inteligencia Emocional hacia el ámbito de la tecnología. Con ella, lo que se pretende es dotar al concepto de ‘inteligencia’ – entendida como la capacidad para interpretar racionalmente la realidad (analizando, calculando y evaluando) – con la cualidad de ‘emocional’.
Hoy en día no podemos entender las decisiones que ‘mueven’ el mundo sin la participación de las emociones y de los sentimientos. Las personas estamos condicionadas por estos aspectos y para poder ayudarnos, las máquinas deben entendernos casi como si fueran uno de nosotros. Así, la Inteligencia Emocional Artificial ya hace progresos en tres frentes de gran importancia: en la propia inteligencia emocional de las máquinas, en la inteligencia emocional que es útil en las relaciones entre las personas y las máquinas; y, finalmente, en el análisis de la inteligencia emocional aplicable a las relaciones entre los propios seres humanos.
Utilidades de la Inteligencia Emocional Artificial
Estas son algunas de las aplicaciones que esta tecnología puede tener para las empresas y entidades:
- Reconocer e interpretar las emociones humanas mejor que los propios humanos: Gracias a complejos métodos de análisis de las expresiones faciales, de los gestos, la tonalidad de la voz, etc. será posible identificar con precisión los estados de ánimo de las personas. Algo que, por ejemplo, tendrá grandes aplicaciones para el diagnóstico médico o para mejorar el servicio al cliente y la experiencia de este.
- Predecir reacciones y comportamientos a partir de la identificación de las emociones: Como ya hemos señalado, los seres humanos estamos influidos por nuestros sentimientos y reaccionamos a nuestro entorno según nuestras experiencias previas y nuestras vivencias. Así que saber las emociones que están experimentando las personas en un momento dado puede ayudar a anticipar sus respuestas, o incluso a desarrollar estrategias para inducirles nuevos estados de ánimo que las hagan más receptivas a nuestro mensaje.
- Conseguir que las máquinas piensen y actúen como personas: La frontera entre la inteligencia humana y la Inteligencia Artificial está aún muy bien delimitada. Pero en el futuro, es posible que estos avances en la ‘emocionalidad’ difuminen considerablemente estos límites y logremos crear robots que sientan y empaticen. Un logro que sería, sin duda, un hito para la humanidad por todas las implicaciones que tendría. Y es que ámbitos como la seguridad, la educación o el propio marketing se verían muy beneficiados.
En definitiva, la Inteligencia Emocional Artificial tiene la capacidad de hacer más ‘humana’ la tecnología. Así que puede ayudarnos a conocernos mejor y a tomar buenas decisiones en un mundo que tiende a ser cada vez más complejo.
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